Intentaba con torpeza
sacudirse los terrones del arrugado traje. Balbuceaba frases sin sentido y pedía un abogado para solucionar un
tema jurídico. Quería cambiar su testamento. Su propio vástago lo había
enterrado a las afueras del caserío con un carámbano clavado en la yugular.
Nunca encontraron el arma homicida. De su bolsillo colgaba una pequeña brújula
tan perdida como él. Intenté tranquilizarle arropándolo con mis alas,
pidiéndole que no mirara hacia abajo. La mayoría sufre de vértigo cuando los
recojo.
El carámbano como arma homicida me parece patentable, ¡qué bueno! Todo el micro rezuma un ambiente Lovecraft fenomenal.
ResponderEliminarAbrazos con alas arropadoras.
Qué bien ligadas las palabras, Mónica. Es un micro de imágenes poderosas que se sustenta muy bien en el título.
ResponderEliminarAbrazos
Yo no dejo de admirarme del talento que hace falta para participar -de un modo así de brillante- en el concurso de los abogados, Mónica.
ResponderEliminarEste micro goza de una tensión narrativa extrema entre el silencio y la escritura; se cierra perfectamente con su título y regala al lector la posibilidad de armar toda la historia subyacente a su gusto.
¡Genial!
Un abrazo,
Magnífico, Mónica. Qué bueno y qué visual. Buah, le sacaste buen jugo a las palabrejas. El final es de matrícula. En serio, qué maravilla, es de los mejores de esa edición. T'ho juro, y sabes que cuando yo juro... Cómo me gusta ver luz en tu casa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fantástico micro. Cuando he leído lo de arropándole con mi alas, me ha corrido un escalofrío. Visual, impactante y perfectamente escrito. Jó, ¡qué bueno para los abogados o para cualquier otro concurso que se tercie!.
ResponderEliminarFelicidades desde mis palabras.
Admirable. Un beso.
Aquí interpreto que el narrador es un ángel (o así), que describe como un anciano (que parece vivito pero está muertito) quiere cambiar el testamento (hijo asesino). Nunca encontraron el arma homicida (no lo tiene en el cuello?). Por lo demás todo bien.
ResponderEliminarAterrizo en tu casa como te prometí y me encuentro con este magnífico relato. Ya sé el camino. Volveré.
ResponderEliminarUn abrazo,