He roto mi promesa de no volver. Los árboles me han
reconocido. Eso me halaga y me intranquiliza. La luz de la luna decora con
destellos de plata el bosque. A cada paso la enramada me palmea la espalda, devuelvo el cumplido sin
cortesía. Reconozco el sendero, los aromas a pino y a corteza. Me adentro en la
arboleda y cuento setecientos catorce pasos. Ahí estás, dónde te dejé. Llegaste
a mí por casualidad, la peor silla que
había visto en mi vida, hecha con restos
de madera, llena de astillas y con un manto de podredumbre agarrándote con fuerza. Lo primero que hice
fue extraer una a una aquellas esquirlas que parecían atormentarte. Limé, pulí
y lustré la superficie. Al acabar me hablaste. Me pediste que te trajera de
vuelta a casa. Siguiendo tus indicaciones, te planté junto al tejo. Nunca he
sentido tanta felicidad. Juré guardar el secreto. Hoy he vuelto como furtivo,
un sibilino ocultando sus intenciones. Te he arrancado una rama y he huido sin
despedidas, al amparo de un jirón de nube negra. He llegado a casa estremecido,
el corazón palpitando reproches me atormenta.
Te he colocado sobre la mesa de trabajo, te llamaré Pinocho.
domingo, 29 de abril de 2012
martes, 10 de abril de 2012
14 HUIDA
Se limaba las uñas con alguna piedra del camino. No le gustaban las normas y por encima de todo detestaba el olor a cuero del talabarte de su padrastro. Había emprendido un éxodo sin saber el significado de la palabra, a sus siete años no le había dado tiempo a aprenderla. La puerta estaba abierta y lo único que hizo fue correr. Ahora, entre sollozos nocturnos llama a gritos a su madre, buscando sus brazos y su aliento. Al alba, ante él, se dibuja su nuevo hogar, un altozano de basura y en su espalda el recuerdo del maldito olor del cuero.
jueves, 5 de abril de 2012
13 EL FORJADOR DE ARTILUGIOS
Ahí está, flotando, etéreo. Me necesita. Imagino que mis herramientas habrán llegado sin contrariedades. Sin mi martillo, mi tenaza y mis moldes, no puedo llevar a cabo mi cometido. Últimamente las aduanas confiscan los bultos pesados. Hace dos días envié un gallo blanco anunciando mi llegada junto con la orden de encender la fragua. Espero satisfacer al soberano, dicen que duerme al revés, abrazado a un bucle consumido. Dudo entre un dragón atrapa ninfas o un alce espanta sapos. El castillo necesita una veleta que marque el rumbo, la última se desvaneció sin rastro junto con la reina.
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