Temblorosas por no tropezar, las damas de honor sujetan el velo prestado. La novia sortea una boda sin olor a sueños, repleta de desconocidos y palabras huecas. Sin mirar, fija la vista en sus zapatos y finge una estampa feliz. El destello de la hebilla del terrateniente con el que se va a casar la despuebla de su fantasía. Su futuro esposo sonríe mostrando los dientes que no tiene. Ella, prudente, busca a su padre entre los bancos. Casi no lo reconoce, famélico y alicaído, intenta mantener la compostura, la mira al borde del sollozo, en el cuello aún conserva los restos de la soga.
Microrelato ganador en la categoría local castellano del mes de diciembre 2012 CONCURSO LA MICROBIBLIOTECA.