He roto mi promesa de no volver. Los árboles me han
reconocido. Eso me halaga y me intranquiliza. La luz de la luna decora con
destellos de plata el bosque. A cada paso la enramada me palmea la espalda, devuelvo el cumplido sin
cortesía. Reconozco el sendero, los aromas a pino y a corteza. Me adentro en la
arboleda y cuento setecientos catorce pasos. Ahí estás, dónde te dejé. Llegaste
a mí por casualidad, la peor silla que
había visto en mi vida, hecha con restos
de madera, llena de astillas y con un manto de podredumbre agarrándote con fuerza. Lo primero que hice
fue extraer una a una aquellas esquirlas que parecían atormentarte. Limé, pulí
y lustré la superficie. Al acabar me hablaste. Me pediste que te trajera de
vuelta a casa. Siguiendo tus indicaciones, te planté junto al tejo. Nunca he
sentido tanta felicidad. Juré guardar el secreto. Hoy he vuelto como furtivo,
un sibilino ocultando sus intenciones. Te he arrancado una rama y he huido sin
despedidas, al amparo de un jirón de nube negra. He llegado a casa estremecido,
el corazón palpitando reproches me atormenta.
Te he colocado sobre la mesa de trabajo, te llamaré Pinocho.
Una historia sorprendente. Me quedo con esas sensaciones que describes y, sobre todo, como las describes. "Al amparo de un jirón de nube negra", "un sibilino ocultando sus intenciones", que puede parecer reiterativo y sin embargo dicho de si mismo agranda el rasgo. Felicidades Mònica, muy buen micro.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Fernando!
EliminarSí, ha riesgo de parecer reiterativo, lo que quiero mostrar es el sentimiento de culpa que arrastra el personaje tras la intención de romper la promesa. Perdón por la tardanza en la respuesta, sabes el motivo: trabajo, cambios ... pero poco, a poco: todo controlado!
Un abrazo enorme!
Me ha gustado mucho, Mónica, parece que te reservabas para sacar un texto curado, de frases brillantes (coincido con las que señala Fernando) y con una sorpresa final bien escondida, que realmente logra sorprender. Ha valido la pena la espera!
ResponderEliminarAbrazos
Me alegro que te guste Susana!
EliminarMIl perdones por mi ausencia. Me gusta sorprender, mostrar otros lados ... gracias por esperarme!
Un abrazo!
Me gusta el mundo fantástico que creas, Mónica. Esa comunicación secreta entre el carpintero y sus obras. Y me parece un final sorprendente, que hace mucho más verosímil toda la historia.
ResponderEliminarEs una pena que no publiques más a menudo, Mónica, porque lo haces con mucho peso.
Un abrazo, simbombera mía.
Saludos Miguel Ángel!
EliminarDisculpa el retraso en responder. Creo que toda creación esconde una historia ... real o no.
Respecto a las publicaciones, parece que hubiera perdido las llaves y no podía entrar. Las encontré!!! No volverá a pasar, las he atado a la cintura ...
Te devuelvo los abrazos simbomberos multiplicados!
Un micro fantástico en todas las acepciones del término, Mónica. Con un final metaliterario sorprendente, agudo, y lúcido, que lleva al lector a la relectura inmediata.
ResponderEliminarMe alegra volver a leerte.
Un abrazo,
Muchas, muchas gracias por pasar Pedro!
EliminarPido perdón por el retraso en contestar, me ha sido imposible.
Tus palabras son siempre muy bien recibidas. Me alegra que te guste!
Un abrazo!
Maravilloso relato. Pinocho es uno de mis personajes de cuento favoritos, por lo que tiene de humano y de creación, así que he asistido al nacimiento de un cuento. Enhorabuena total, guapa.
ResponderEliminarGracias por tus palabras Antonia!
EliminarDisculpa el retraso en la respuesta, he estado volcada en temas laborales y no esta "pequeña isla" se me desvaneció un poco del mapa pero: ha vuelto!
Me alegro mucho de que te guste, Pinocho también es uno de mis favoritos.
Un abrazo!
Hola: Mónica, soy nuevo por aquí. Tardé en responder tu visita porque pensé que Mónica era una amiga con la que hablo con frecuencia. Hoy he descubierto que eres otra Mónica.
ResponderEliminarTu relato la primera vez que lo leí no lo entendí del todo. En la segunda lectura parece que sí. El problema principal que me despista es que el salto cronológico al primer encuentro hay una frase "me pediste que te trajera de vuelta a casa", me lleva a la casa del leñador (problema mío), cuando en realidad es al bosque. En las lecturas sucesivas lo veo claro, esa silla que pulió y le hablo, la plantó junto al tejo, y ahora el carpintero le amputa una rama para hacer el muñeco, y le remuerde la conciencia.
Un relato muy interesante, de trabajada elegancia. Ma'gustao.
Nos leemos.
Saludos Ximens!
EliminarEn primer lugar, disculpa el retraso en responder a tus palabras, incluso me averguenza!
He tenido que atender temas laborales que me han "abducido" a otro plano.
Gracias por pasar. Me alegra que te guste el relato y que aclararas las dudas. Empecé a leerte en diciembre y no he podido dejar de seguirte. Como bien dices: nos leemos!
Un abrazo y una vez más mil perdones!
Una muy buena historia que me ha encantado. Al principio he sufrido de lo mismo que te comenta Ximens, pero rápidamente me he dado cuenta de mi error. Te llamaré "Pinocho" es una bonita frase para rememorar a un viejo carpintero que un día contó setecientos catorce pasos.
ResponderEliminarHe venido de la mano de Xavier Blanco, porque te ha nombrado entre sus blogs preferidos, y como yo le nombré a él, pues creo que sus gustos pueden ser los míos también. Gracias por hacerme un huequito en 100x100 micros.
Pasaré por aqui. Un besote.
Hola Laura!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por pasar y comentar. Me alegra que te guste el relato. Gracias a Xavier Blanco nos hemos conocido.Por supuesto que tienes un "huequito" !! He oído hablar muy bien de tí a Fernando Martínez, Miguel Ángel Flores, Xesc López y por supuesto a nuestro querido Xavier Blanco.
Disculpa mi tardanza en contestar, he estado "out" cinco semanas ... temas laborales ... pero ya vuelvo ha estar en circulación!
Aquí te espero! Abrazos!
Ya sabes lo que dijo Miguel Ángel Buonarroti:"La estátua ya está en el mármol, tan sólo hay que darle forma.
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